Es muy fácil caer en el cliché de manifestar algo como especial o único cuando no hay muchas palabras para describir un suceso, de hecho el contexto total de mi actual trabajo es 100% cliché ¿o no? Es decir ¿existe algo que sea más una fábrica de clichés que los matrimonios? Nos vamos a encontrar con muchos elementos que calzan perfectamente como el vestido blanco de la novia al más estilo de la realeza (gracias Disney), el vals al medio de la pista acompañado muchas veces por el mismo tema, la torta descomunalmente gigante que alberga en sus alturas a los novios en miniatura y muchas otras cosas más ¿pero qué mejor momento que la celebración del matrimonio para utilizar todos los clichés existentes? ¿Acaso no celebramos aquí el amor? ¿El máximo cliché de los clichés?
Con todo esto no estoy realizando una introducción al matri de Caro con Samuel como un cliché más, de hecho no creo que entrar en moto al salón sea uno y que estar juntos durante la preparación también lo sea, más bien lo hago porque Caro y Samuel fueron mi primer matrimonio oficial tras decir “voy a dedicarme a la fotografía de bodas”, y de una forma u otra puedo decir que aquí empezó mi vida dentro de los clichés (que me encantan).
Creo que es pertinente comenzar este tipo de blog ahondando en las 14 horas de seguimiento a los muchachos, partiendo a las 10:00 de la mañana en la casa de ellos y terminando a las 3:00 de la mañana en el centro de eventos. Ha sido de los pocos matrimonios en lo que me he quedado hasta el término, literalmente hasta cuando comenzaron a ordenar las mesas, limpiar el piso e incluso gran parte de lo invitados ya se habían ido. Mientras ordenaban y limpiaban, Caro y Samuel salieron a la pista y bailaron la última canción solos, mientras que la gran mayoría de los invitados que quedaban estaban afuera y sólo quedamos nosotros - además de los trabajadores del local. Fue un día muy intenso que finalizó muy tranquilo y muy a gusto, todo el ajetreo de un matrimonio culminó en un momento de total tranquilidad y complicidad. Mi primer matrimonio fue extenso y sinceramente no tan agotador como pensaba, a pesar de todas las horas que me involucré en seguirlos y cubrir gran parte de los sucesos.
El matimonio sucedió el 2023 y lo recuerdo con cariño. Hicimos la preboda en un parque y luego fuimos a tomar un café, además aquí sirvió para conocer a Carlos y Nayareth, el equipo de grabación de Cuerda Floja (audiovisuales que realizarían el video de Caro y Samuel @cuerdaflojaprod). Quizás este matri me marcó demasiado no sólo por ser el primero, también porque tuve la posibilidad de conocer a gente muy maravillosa, personas muy encantadoras que te hablan desde la bondad, la paz y desde el amor ¿puede sonar cliché o siútico? No me interesa sinceramente, porque tuve la suerte que mi primer trabajo fuese algo magnífico gracias a todos ellos, transformaron algo complicado en algo muy tranquilo, me sentí ayudado y respaldado, me sentí en familia y con amigos. Esta confianza reflejó tranquilidad y entusiasmo, obviamente sentía miedo y nerviosismo, pero me dejaba aliviado el hecho de contar con ellos en mi círculo cercano por un día ¿no debería ser al revés este caso? ¿dónde yo sea quien tiene que demostrar confianza y que las demás personas se sientan apoyadas por mi?
Ahora, volviendo a lo fotográfico.
Como lo decía, ya pasó mucho tiempo de este matrimonio que comenzó en Franklin, mítico barrio de Santiago. Tuve el placer de estar en el hogar de Caro y Samuel además de conocer a Sami, de hecho las primeras fotos son de ella. Esa mañana fue muy familiar y las fotos fluyeron como si nada, sólo debía tener la cámara lista, nada más, aunque la complejidad técnica siempre existe cuando se trata de fotografías en lugares cerrados. Nos fuimos al centro de eventos compartiendo en el auto Caro y yo, mientras que Samuel hacía el trayecto en su moto. A la mitad del camino nos detuvimos en el Mercado de las Flores para comprar un ramo y nos sucedió algo inesperado, la moto del Samuel no prendía. Pensaba que podría significar un problema demasiado grave y que era casi que arruinaría gran parte del día, sin embargo, ambos actuaron muy tranquilos y relajados, con una paciencia increíble que los ayudó a pasar el momento. Luego de unos instantes la moto encendió y llegamos a Casona Santa Esther con la misma moto que no prendía y con la cual harían el ingreso al salón, con Samuel manejando y Caro atrás con su vestido de novia. El proceso completo de ese día fue hermoso, los invitados irradiaban felicidad, los niños presentes se veían muy felices y el clima era maravilloso - pensando que se casaron en el mes de Julio.
Emotivo y entretenido son dos conceptos claves de este matrimonio, conceptos tan grandes que los contagió a todos. Para mi es importante mencionar que ha sido la única vez que me han pedido una foto no sólo con todos los invitados, sino que también con cada uno de los integrantes del equipo de producción, desde los chef, garzones, dj, wedding planner e incluso yo - algo bastante inusual - y lo mejor de todo, es que todos fueron a la foto, nadie se negó.
Es indudable que este matrimonio me marcó en tanto el significado que tiene al ser una primera vez, no obstante, deja más huella en mi las nuevas relaciones personales con las que me puedo encontrar en este trabajo. Dejo de lado el tema técnico de la fotografía y lo complejo que puede llegar a ser el controlar una escena a la perfección, sino que voy más llama, cómo me hacen sentir a mi para poder desarrollarme tranquilamente y cómo los demás se sienten conmigo, estoy seguro que más adelante mencionaré este mismo tema y la importancia que le entrego a cada uno de mis trabajos con personas, pues si no hay conexión ¿se puede lograr hacer un buen trabajo y dejar un recuerdo que perdura?

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